¿Qué esperar de la terapia de pareja?
Una escena entre un hombre y una mujer tiene siempre tres versiones distintas: lo que dice el hombre, lo que dice la mujer y lo que realmente ocurrió. – León Daudí (1905-1985); escritor español.
Cuando una pareja decide consultar a un profesional para tratar de solucionar sus problemas conyugales, generalmente es la última opción que creen tener antes de la decisión de separarse.
Muchas veces los integrantes de la pareja esperan una solución mágica o que el psicólogo les diga exactamente qué hacer; desafortunadamente esto no es tan así. El trabajo no lo hace el profesional solo, sino la pareja, lo cual es bueno en el sentido que no se volverán dependientes del psicólogo a largo plazo para mantener una relación saludable; concluida la terapia dispondrán de herramientas que antes no conocían o que no utilizaban. La función del profesional es de encuadre del proceso y de mediación.
En este punto la relación ya ha llegado a un estado en el cual la comunicación se ha roto por completo y donde lo que más prima son los reproches, las culpas, las agresiones de todo tipo y sobre todo la egocéntrica posición de ver quién es el más fuerte de los dos. La convivencia se torna casi insoportable, aparecen sentimientos ambivalentes de amor-odio dados por las situaciones conflictivas que llevan a no poder discernir el sentimiento real por la otra persona.
Todo se encuentra muy movilizado desde la angustia, la bronca y el recuerdo de las situaciones en las que se sintieron agredidos por el otro. En esta instancia ya no se piensa en la otra persona, sino que por el contrario, cada uno busca resguardarse y protegerse desde su lugar; es como si hubieran desatado una guerra en la cual cada uno defiende su bandera sin importarle como impactan las palabras en el otro.
Pareciera que todo lo que en un momento los unió ha desaparecido. Aquella elección que hicieron inicialmente se vuelve confusa y se da un desencuentro tal que desconocen a la persona que tienen al lado.
Se escucha confusión y contradicción en frases como “quiero seguir, pero no así”, “ya no sé qué es lo que quiero”, “hace demasiados años que estamos juntos”, “quiero salvar la pareja por mis hijos”, etc. Al concurrir juntos a una sesión terapéutica manifiestan “lo que no nos falta es amor”, en las sesiones individuales contraponen “no sé si sigo enamorada/o”.
Esta confusión es algo a despejar en la terapia, pero para poder iniciar el trabajo terapéutico es imprescindible contar con el compromiso de ambas partes, la sinceridad con el profesional y sobre todo el estar abierto a escuchar y a aceptar.
En el inicio de la terapia es necesario hacer un trabajo de contención de cada una de las partes por separado; este trabajo es necesario para liberar la tensión y dar lugar a la queja. El hecho de poder poner en palabras lo que siente cada uno sin tener al otro al lado hace que la persona sienta que se saca una mochila de encima.
La metodología de iniciar el trabajo por separado tiene como finalidad estabilizar emocionalmente a cada uno, ya que después de tanto tiempo de tensión ambos se encuentran quebrados emocionalmente, cansados y necesitan liberar tensiones.
Luego de este proceso inicial se comienza a trabajar en el restablecimiento del dialogo perdido y en proyectar objetivos nuevos para la pareja, generando el reencuentro y la re-significación de los lazos que los unen.
El proceso de terapia no tiene un tiempo establecido, todo depende de cómo responde cada persona al trabajo terapéutico y de la funcionalidad de cada pareja en la terapia. Generalmente al inicio de la terapia, las parejas comparan sus experiencias terapéuticas con las de otras parejas, que muchas veces son las que les recomendaron ir a terapia. Aunque es bastante frecuente, ese tipo de comparaciones es erróneo: “Cada terapia de pareja es única para cada pareja”.
Es bueno poner expectativas en la terapia, pero también es importante entender que durante el trabajo se pasan por diferentes fases, momentos de avance, algunas veces de estancamiento y otros en los que parece que se ha producido una regresión a las mismas situaciones por las cuales consultaron al psicólogo. Todo lo antedicho es parte del proceso normal, lo importante es ser constantes y no creer que todo se derrumba ante el primer obstáculo. El trabajo toma tiempo, es paso a paso, hay que armarse de paciencia y no dejarse inundar por la ansiedad que las cosas se resuelvan de inmediato, sino que hay que entender que los logros duraderos se ven y se fijan con el tiempo.
Relaciones de Pareja… Introducción
El amor implica un fenómeno tan raro que se puede vivir toda la vida sin encontrar el ser a quien la naturaleza ha concedido el poder de hacernos feliz. – Honoré de Balzac (1799-1850); escritor francés.
Cuando hablamos sobre relaciones de pareja es interesante comenzar a delinear la temática desde el inicio de la pareja. Es en este tiempo de constitución cuando se dan los procesos pilares que, si se logran mantener fuertes, darán como fruto una relación de pareja saludable.
Inicialmente en el proceso de elección de una pareja hay un impacto, una atracción que deslumbra a la persona, el sujeto siente que esa persona quizás sea la indicada como compañera de vida. Cuando ve a la persona experimenta distintas emociones, nerviosismo, no saber qué decir, sentirse paralizado, etc. Esta atracción física primaria se estabiliza cuando se da un lazo comunicacional y así se dan otros tipos de deslumbramientos que generan una cautivación en el sujeto.
Todo lo que su pareja hace o dice le parece fascinante, siente que son iguales, le atrae su forma de ser, de hablar, de pensar, su sensibilidad, su alegría, siente que esta persona lo complementa, que es perfecta, que jamás sintió algo igual y comienza a darse la creación ilusoria de un posible futuro juntos.
Este primer proceso que hemos detallado es lo que Freud ha nombrado como período de enamoramiento, el cual puede durar varios meses y contiene identificaciones e idealizaciones. Identificaciones en el hecho de creer que esa persona es igual a mi e idealización en el sentido de elevar a esa persona como portadora de todas aquellas virtudes que anhelo en mi.
Así van pasando los días, tal vez los meses e incluso los años en una pareja, y en este andar van apareciendo las diferencias. Aquello que les parecía tan maravilloso ya no lo es tanto, comienzan a darse discusiones y hasta rechazos de contacto físico; antes querían estar todo el tiempo juntos, ahora sienten que tanto contacto llega a asfixiar.
A la luz de la pareja, pareciera que de pronto todas esas cualidades angelicales se tornasen más bien terribles defectos. Estas diferencias que lograron la unión ahora podrían convertirse en el peor enemigo de la relación.
Las diferencias alimentan la relación, pero también la empañan cuando no es posible manejarlas o tolerarlas. Muchas parejas inician sus relaciones llenas de ilusiones y expectativas, entre ellas que la pareja siempre va a ser y a estar de la misma manera, pero lo que antes era un valor y un aprecio ahora se convierte en un fastidio y una obligación que va desgastando la relación conyugal.
Aquí es donde vemos caer el velo del enamoramiento y la realidad se presenta tal cual es, al aparecer las diferencias y derrumbarse las idealizaciones la pareja pasa por una etapa de reelección y revalorización del otro, se pone en la balanza si es más fuerte el amor que se siente por la persona o la desilusión de ver que no es quien se creía que era. Equilibrar la balanza es poder comprender y aceptar que el otro es diferente, que tiene defectos y virtudes y dejar de lado la idea de cambiar a la persona para que se acomode a lo que “yo” quiero que sea. Si se logra superar esta prueba la pareja se estabiliza, surgiendo así el verdadero amor que va mas allá de la atracción física, aparece el amor de pareja, se da un proceso de reelección de esa persona como aquella persona que va acompañar el camino de la vida, se plantean nuevos objetivos y se comienza una nueva etapa en el proceso de armado de la relación de pareja.
Algunas veces se intenta forzar la situación para que la pareja funcione, esto lleva a una relación tóxica, nada sana, con una base poco firme. Toda relación tiene componentes adictivos, los cuales no son malos, el problema es cuando el “te necesito” se convierte en un controlador absoluto de la pareja e impide que cada uno de lo mejor de sí.
En estos casos la persona siente que tiene que convertirse en algo que no es para estar en esa relación, no se reconoce en sus propias acciones, la relación ya no es lo que esperaba, la relación no le está dando lo que necesita sino que obtiene sólo sentimientos de infelicidad. Sin embargo sigue sosteniendo la relación aún sintiéndose incómoda; hay algo inconsciente que le impide tomar una decisión acerca del sostenimiento de la relación.
Uno de los indicadores que vemos en una relación insana es la falta de libertad, ya no se puede amar libremente al otro como es, se generan sentimientos de ambivalencia amor-odio (esto es lo que más evidencia una relación tóxica).
La forma de relacionarse que tiene cada sujeto en todos los ámbitos de su vida viene anclada a su más temprana infancia, teniendo como base las formas de relacionarse que aprendió, a partir de la pautas de apego que estableció con sus padres, concepto desarrollado fundamentalmente por John Bowlby.
Estas pautas se ven en cada una de las relaciones que establece la persona y a partir de ahí podemos desentrañar el porqué de ciertas conductas dentro de la relación y el porqué muchas veces se sostienen las relaciones tóxicas más allá de la salud mental de los integrantes.
Lo que desde la terapia psicológica se puede hacer es indagar en la historia de la pareja para saber a partir de qué base se formó esa pareja y establecer nuevas pautas para lograr, si los integrantes desean intentar salvar la relación, un nuevo comienzo partiendo de objetivos comunes y buscando la reivindicación de la vida conyugal.
Entrevista en Radio Mitre
Entrevista realizada el 15 de octubre de 2011 en el programa de Ariel Amato por Radio Mitre Rosario acerca de los conflictos en las relaciones de pareja.